[4] En varios aspectos Mark resultó ser una historieta muy avanzada para la época, y los directivos de Columba tuvieron guardados los tres primeros números realizados durante tres años, debido a que se mostraban algo reacios a publicar historias sobre personajes del estilo superhéroes y no sabían si la idea podía resultar vendible.
Para tal fin una avanzada computadora se encarga de seleccionar a aquellos con mayor inteligencia y salud.
Si bien Mark logra sobrevivir, comprueba que todas aquellas personas a las cuales la contaminación no mató, se han convertido ahora en horripilantes y deformes mutantes que se ocultan a la luz del día y buscan saciar su sed de sangre con los posibles humanos sobrevivientes.
La raza de mutantes antropófaga se ha acostumbrado a que los humanos no suelen enfrentarlos, ya sea por miedo o por su desconocimiento sobre lucha.
[9] Tras la devastación del mundo civilizado, la nueva sociedad postapocalítica está dividida básicamente en tres grupos; los humanos sobrevivientes, los cuales han formados pequeños grupos urbanos en distintos lugares; los mutantes que habitualmente tienen conductas antropófagas o vampíricas aunque en ciertas ocasiones pueden relacionarse con algunas de las autoridades del Centro Experimental para obtener mutuos beneficios; y por otro lado están los elegidos, aquellos jóvenes selectos bajo un programa cibernético, para establecer la nueva sociedad los cuales han sido entrenados y condicionados para cumplir con una estructura verticalista impuesta por el Centro de Decisiones y sus subordinados.
Wells en su clásica novela La máquina del tiempo, donde los homínidos estaban separados en dos razas completamente opuestas (los "morloks" y los "elois", con características de comportamiento antagónicas extremas), en el caso de Mark, las relaciones entre los tres clanes se torna mucho más compleja porque los humanos, elegidos y mutantes pueden negociar acuerdos temporales acorde a sus necesidades y conveniencias, como lo son el combatir a un mal en común superior.
Dichos personajes secundarios resultan fácilmente identificables y asociables a sus modelos inspiracionales por la similitud de sus nombres como así también por la estética.