María de Villarino

Nacida en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires, durante su juventud, obtuvo un profesorado en literatura, graduándose en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la ciudad de La Plata, ciudad en la que estuvo radicada, desarrolló prácticamente toda su obra y donde ejerció como docente.

Posteriormente, fue una asidua colaboradora del diario argentino La Nación y de las revistas Sur, Nosotros y Humanidades.

Presidió la SADE en el período 1973-75 y su relato autobiográfico Luz de memorias obtuvo el Premio Nacional en 1948.

[2]​ En 1950 publicó un segundo volumen de narraciones, La rosa no debe morir y otras de sus obras poéticas fueron: Calle apartada, Nuevas coplas de Martín Fierro, Junco sin sueño, Elegía del recuerdo y Los nombres de la vida: ciento y un sonetos.

[3]​ Falleció en 1994, con casi 90 años, en Buenos Aires.