Cuando el agente Moe Finkelstein (Milton Berle) y su colega Salomon deben servir de guardaespaldas al cónsul alemán Karl Baumer (Otto Preminger) por mandato del alcalde de Nueva York, Finkelstein monta en cólera, asqueado por tener que proteger a un nazi.
Moe descubre que Baumer tiene problemas con Berlín por haber derrochado el dinero destinado a financiar un sabotaje.
Su secretario, el barón Max von Alvenstor (Carl Esmond), se ha chivado a Berlín.
Cuando Baumer es asesinado, Moe deberá descubrir al culpable y detener a un comando de saboteadores alemanes que pretenden hacer estallar una bomba.
[2] Theodore Strauss de The New York Times observó: «... Como historia, la película no tiene prácticamente ningún suspense.