Al quedar huérfana debió trabajar a temprana edad como sirvienta.
En dicha congregación sirvió en el hospital de Chàteau Gontier.
Los religiosos de la época eran obligados a hacer el «juramento de libertad e igualdad», y quienes no lo hacía eran condenados a la pena capital.
Dicho juramento obligaba a quienes habían hecho votos religiosos, abjurar de ellos.
María de Santa Mónica no lo hizo.