A la muerte del general Rezábal fue nombrado capitán interino del presidio de Sinaloa en septiembre de 1723, tomando en cuenta los servicios que había prestado al ejército en España.
Dispuso que en todos los pueblos de Misión los naturales se dedicaran a construir las casas indispensables para habitar con sus familias, durmieran en tepextles, asistieran a la doctrina los días señalados por los misioneros, sembraran oportunamente sus labores y se dedicaran a la crianza de ganados mayores y menores.
También les impuso la obligación de ayudar a la carga y descarga de la balandra en el paso del río Yaqui, frente al pueblo de Huírivis; dio instrucciones para evitar quemazones en los campos, mandó construir una cárcel en el mineral de Baroyeca para asegurar a los criminales y sacó a los seris de sus guaridas y los mandó al interior a trabajar en los obrajes.
Personalmente asumió el mando de las armas para combatir a las tribus rebeldes, llevó sus armas hasta la región de California y estuvo en contacto con los misioneros.
También fue acusado por el abandono del mineral de baroyeca en 1740 adonde entraron los indios y cometieron numerosos excesos y pidieron su remoción del Gobierno que fue acordada a principios de 1741 en que lo substituyó Agustín de Vildósola.