El mamey exige suelos ricos y buen drenaje; no resiste las heladas ni la sequía.
Se cultiva sobre todo por el fruto comestible, pero también como ornamental, como cortavientos o para hacer alineaciones, a pesar de su lento crecimiento.
La germinación por semillas da lugar a una gran variabilidad en sus características organolépticas, lo que reduce su potencial comercial.
Más raramente se multiplica también por esqueje, aunque los cultivos comerciales son escasos.
Es altamente productivo y su fruto alcanza buen precio en los mercados locales.
La madera es dura y muy bella, aunque no de calidad.
En las Antillas las flores se utilizan para la destilación de un licor intenso y fragante.