En 1973, cuando estalló la guerra de Yom Kipur, Japón, apoyó a las naciones árabes, para evitar un posible embargo del petróleo.
Aquella fue la primera manifestación en favor del Estado de Israel que tuvo lugar en Japón.
Teshima fue influenciado por las escrituras de Uchimura Kanzō, al estudiar bajo su discípulo Tsukamoto Toraji.
Teshima huyó al Monte Aso en Kyushu central, donde vivió en una cueva por varias semanas, donde él afirma haber oído la voz de Dios, el cual le ordenó volver a casa y propagar las enseñanzas apropiadas de la Biblia.
Al volver a su casa, Teshima descubrió que la autorización había sido contraída.
El nuevo movimiento se centra en un retorno a los orígenes judíos del cristianismo, basándose en las raíces hebreas de la fe.
A diferencia del resto de las sectas cristianas utilizan la cruz como su símbolo, la secta Makuya toma el menorah judío de siete brazos como su emblema religioso, y lo exhibe en sus capas del happi.
Creen en la fe curativa, convocaciones totales, ceremonias de la unión, peregrinajes, ritual del traje y practican rituales, tales como, caminar descalzo en los carbones calientes y situarse debajo de las cascadas.
Fuertemente sionista, la organización patrocina un número de kibbutzim en Israel y hace peregrinajes totales a Jerusalén.
Hoy en día existen ramificaciones de Makuya en Estados Unidos, Corea, Taiwán y Hawái.
Makuya es una nueva religión japonesa con raíces cristianas y que ha sido fuertemente influenciada por el judaísmo.
Fue fundada en 1948 por el hombre de negocios y profesor Abraham Ikuro Teshima.
Muchos israelíes no ocultan su satisfacción con este movimiento: «Vienen del otro lado del planeta y apoyan nuestras reivindicaciones sobre Jerusalén»; «Que aprendan de los japoneses», comentan algunos (algo inaudito, considerando que algunos políticos israelíes son partidarios de renunciar a la parte oriental de la ciudad, y cederla a los palestinos).
Algunos van ataviados al estilo occidental, otros van vestidos con túnicas blancas, también cubiertas con alusiones a la ciudad santa de Jerusalén.
El desfile comienza en la Plaza de París, donde, curiosamente, también las feministas suelen convocar sus mítines.