En la altiplanicie iraní combatió a los búyidas, conquistando Rayy, y llegando a soñar con liberar al califato abasí de sus tutores chiitas.
Del 1001 al 1026 dirigió diecisiete invasiones contra la India,[1] sin intención de convertir al Islam a nadie, sino limitándose a arruinar templos, como el de Somnath en 1026,[2] logrando extender su imperio desde Afganistán a la mayor parte de Irán, así como a Pakistán y el noroeste de India.
Fue un mecenas del arte y convirtió su capital, Gazni, en un centro cultural capaz de rivalizar con Bagdad,[3] patrocinando a numerosos poetas en lengua persa como Farrojí Sistaní.
Sin embargo, su reputación se ha visto ensombrecida por su destrucción de templos hindúes.
Comenzaba así la historia de la expansión musulmana en la India, que políticamente debía terminar con los comienzos de los tiempos modernos, y que abarcaría todo el subcontinente indio.