[1] La historia está inspirada en el libro ilustrado coreano Magic Candies.
[7] Dong-Dong no juega con otros niños; prefiere jugar a las canicas en solitario.
Pronto descubre que al poner uno de esos caramelos en la boca, su viejo sofá empieza a hablarle.
Durante unos minutos, mantiene una conversación con el sofá hasta que el caramelo se derrite.
Gracias a estos caramelos mágicos, Dong-Dong comienza a vivir encuentros especiales con el mundo que lo rodea, descubriendo nuevas perspectivas, incluida la de sí mismo.