Luis Ibaraki

Luego fue encomendado a los santos León Karasuma y Pablo Ibaraki, que fueron sus preceptores.En varias ciudades fue expuesto con los demás a la burla del pueblo: pero mucha gente mostraba simpatía por los mártires, en especial por el muchacho.Le respondió: “Yo de ninguna manera abandono a este Cristo que me está abriendo las puertas del cielo y me envía sus ángeles para ponerme en la cabeza una corona de fúlgida gloria".Quédate con tus riquezas que no quiero, yo me contento sólo con las del cielo”.Recitó con Antonio y Tomás el salmo: “Alabad niños al Señor – Laudate pueri Dominum...”.