Luciano de Beauvais

Durante su estancia en Parma, en el curso de una persecución contra los cristianos, es detenido y metido en prisión.Hacia 290 el emperador Diocleciano, opuesto al cristianismo, envía a Latinus, Jarius y Antor para que maten a Luciano, quien, avisado del peligro, se refugia, junto con sus dos compañeros Maximiano y Juliano, en Montmille.Tras morir, el cuerpo de Luciano habría estado “envuelto en luz” y los presente habrían oído decir Ánimo, buen y fiel servidor, que no has dudado en derramar tu sangre por mi, ven y toma la corona que se te prometió.Se paró cerca de la ciudad y allí enterraron su cuerpo.En ese lugar se construirá la abadía de San Luciano.
Ruinas de la Abadía de San Luciano de Beauvais. Isidore Laurent Deroy, 1864, según un dibujo de finales del XVIII o principios del XIX.