Fue encargado por el cardenal Francesco Del Monte, quien la retuvo en su colección privada hasta su muerte.
El objetivo de este cuadro era mostrar cómo la astucia de la maldad vence a menudo, ante la candidez e inocencia de quienes son buenos y nobles de corazón.
Ahora bien, las escena muestra a dos chicos jugando canasta (u otro juego de cartas, no se ha identificado del todo), mientras el informante de uno de ellos hace señas al otro sobre las cartas que tiene su oponente.
Caravaggio basó este cuadro en sus propias experiencias, pues su vida misma se desenvolvió muchas veces en un ambiente delictivo.
[1] Forma pareja con La buenaventura, también de esos años y encargada por Del Monte.