Los favores del mundo

[2]​ El noble y generoso don García, personificación del dramaturgo, triunfa en el amor gracias a su perseverancia, ya que nunca se dejó caer ante las imbatibles pruebas que le presentó el destino.[3]​ Alarcón introduce en Los favores del mundo una modificación sustancial a su estilo dramático.Este recurso, para un público acostumbrado a los finales cerrados de los dramas lopescos, podría parecer desconcertante.Esta obra, según Castro Leal, podría considerarse un "puente de transición" en la obra dramática del taxqueño, en la que se cree que Alarcón empieza a experimentar con la comedia de caracteres —abandonando la comedia de enredos— y a lograr una más cuidada estructura.También representa la dualidad dramática de Alarcón: por un lado maneja el libre albedrío, por el otro defiende la omnipotencia divina.