En enero de 1980 murió en prisión debido a problemas respiratorios.
Se ha acusado a la Policía Municipal de Londres de haber obtenido confesiones mediante tortura a todos los miembros de los Siete, y de haber retenido información que habría ayudado a demostrar su inocencia.
Un grupo del IRA, arrepentido en 1975, admitió ser responsable de las bombas atribuidas a los Siete de Maguire, e informó a la policía y a la Fiscalía de que habían detenido y condenado injustamente a otras personas por sus acciones.
Sus alegaciones fueron ignoradas por no estar sustentadas por ninguna prueba.
En 2005, Tony Blair, primer ministro, pidió perdón por la injusticia y el dolor causados a los condenados.