Se encuentra a 61 km de la capital provincial, en el valle del río Mundo.
Ya en época prerromana se encuentran en el valle del río Mundo asentamientos de escasa población e importancia económica, si bien es cierto que el núcleo urbano sobre el que se desarrolla la población durante la Edad Media no existía.
Tras la Reconquista, acaecida a comienzos del siglo XIII, el monarca Fernando III donó el pueblo a la Orden de Santiago, dependencia administrativa que perduraría hasta mediados del siglo XIX.
También su población sufría las consecuencias en cuanto a número de habitantes, ya que si en 1468 había 250 vecinos, en 1498 quedaban tan solo 160.
Además hay una importante imaginería: obras de Francisco Salzillo (Dolorosa y Esperanza), Roque López (Nuestra Señora de la Soledad), Baglieto (San José) o José Sánchez Lozano (Nuestro Padre Jesús).
La obra del edificio fue diseñada por algún fraile de la Orden y construido enteramente en ladrillo.
En 1835, durante la desamortización de Mendizábal, los frailes fueron exclaustrados y desde entonces no habitan allí.
El retablo mayor fue trasladado a Murcia en el siglo XIX, donde fue destruido durante la Guerra Civil.
Todo está pintado, retablos, cortinas, arquitecturas ilusorias, en una línea ingenua y colorista dentro de la mejor estética popular.
Estilísticamente estos murales están llenos de encantadores arcaísmos e imperfecciones, pero es quizá eso lo que le confiere un notable interés.
El frente repite una gran variedad de columnas salomónicas acabadas en altura por una supuesta balaustrada, donde se sientan unos ángeles instrumentistas.
Los tres paños del espacio lo ocupan, entre las citadas columnas, una Visitación, La Sagrada Familia y la Inmaculada.