Leonor de Cortinas
En busca de mayores posibilidades laborales para sacar adelante a los suyos, Leonor de Cortinas acompañó a su esposo hasta Valladolid (véase Rodrigo de Cervantes), ciudad en la que el cirujano esperaba hacerse con una clientela más fiel y solvente que la que tenía hasta entonces en su lugar de origen.Poco después, Leonor volvió a quedarse sola al cuidado de su familia, mientras Rodrigo continuaba buscando medios para ganarse la vida, ahora en la ciudad de Sevilla.La herencia recibida permitió que Rodrigo y su esposa se instalasen en la reciente capital del reino, y que el antiguo cirujano pudiese obtener algunos beneficios como prestamista (después de haber sido él siempre el deudor en todos los préstamos en los que figuraba su nombre).Su situación volvió a agravarse entre 1575 y 1580, cuando el cautiverio de Miguel y Rodrigo obligó a sus padres y hermanos a reunir el importe del desproporcionado rescate que pedían por ellos desde Argel.Sus esfuerzos contrastan, en este punto, con la pasividad de Rodrigo, que en cierto modo mostró hacia sus hijos la misma indiferencia que había exhibido con los suyos el licenciado Juan de Cervantes.