Hijo del también pintor Cristoforo Legnani, se le apodó Legnanino para distinguirle de su progenitor.
Posteriormente (1686), marchó a Roma para continuar su formación con Carlo Maratta, de quien adoptó su estilo clasicista.
Con el comienzo del nuevo siglo, Legnani aclara su paleta, llenando su pintura de luz y efectos dramáticos.
Su labor prefigura el Rococó, que se impondrá con posterioridad.
Trabajó en buena parte del norte de Italia, ejecutando obras en las regiones de Novara, Piamonte, Liguria y Lombardía.