Las joyas imperiales incluyen las únicas coronas de la Edad Media que permanecen casi completamente intactas.
Para este periodo y hasta la Alta Edad Media, el concepto de Imperial resulta inadecuado, ya que la idea de Imperio en relación con las joyas sería posterior.
Los nombres dados a cada objeto ligados al sustantivo imperial son debidos al inventario del Castillo de Trifels que se redactó a partir del año 1246, donde aparece de nuevo el término Keizer.
Por lo tanto, queda claro que en este momento la referencia a la persona y al despacho del gobernador es decisivo para la presentación de las candidaturas.
Sin embargo, la historiografía añade a las joyas o tesoro el término "Imperial" por razones prácticas.