Como agradecimiento, sus restos, así como los de su esposa María García, fueron guardados en el monasterio.[3] Fernão Dias, sin embargo, bordeó la antigua iglesia y el monasterio de São Bento, que fueron demolidos en los primeros años del siglo XX.El motivo fue el intenso movimiento gracias a dos grandes hoteles instalados en las inmediaciones.La última gran transformación se produjo con el metro, durante la década de 1970.Además de la religión, la tradición gastronómica está presente en Largo São Bento.[8] Los alumnos tienen a su disposición una antesala con mesas y ordenadores, donde pueden consultar las obras, pero el acceso al entorno donde se guardan los libros está restringido a los monjes benedictinos que allí residen.Establecimientos bancarios y tiendas del tercer sector en la Estação São Bento ofrecen comodidad a quien transita por la plaza.