Lanfranco fue un arquitecto de los siglos XI y XII proveniente -según se cree si se toma en cuenta su estilo arquitectónico- de la Lombardía.
En la lápida que lo recuerda se afirma: Célebre por su ingenio, sabiduría y ciencia.
También en una crónica del tiempo, la Relatio de innovatione ecclesiae Sancti Geminiani del canónico Aimón, conservada en el Archivo capitular de Módena, se afirma que el arquitecto de la Catedral fue Lanfranco y es representado en algunos dibujos que siguen al texto: usa vestiduras ricas en relación con las de los obreros del tiempo y tiene en la mano el bastón de mando mientras dirige el trabajo de excavaciones para los fundamentos y erección de una pared.
A Lanfranco se unió bien pronto el escultor Wiligelmo de Módena que, no solo trabajó junto a sus alumnos y seguidores en la decoración de la iglesia, sino que colaboró en armonía con Lanfranco para dirigir los trabajos partiendo de la fachada, mientras Lanfranco lo hacía desde los ábsides, según la interpretación de una piedra que se encuentra en la fachada de la catedral y que está dedicada a Wiligelmo.
Este motivo se repite en el interior por la serie de falsos matroneos.