Reims fabricaba una especie de estameña inferior de hilo muy retorcido, que puesta con más cuenta y mejor texida, puede pasar por una verdadera lamparilla.
Esta tela adquiere mucho lustre, además de que su principal hermosura depende de la finura del material y del hilado.
La lamparilla no necesita grano pues está destinada a recibir un aderezo lustroso pero cuando el hilado no está bien torcido, la humedad se introduce con más facilidad.
Si la urdimbre es doble, se pone más dura con los aderezos de la traína, resiste más al prensado y tira igualmente a destorcerse pero empleando urdimbres de hilo sencillo necesitan estar más torcidos que los que se destinan a doblar y aun mucho más torcidos que lo que se acostumbra hacer y así se vuelve indispensable el óvalo de retorcer, ya sea para la urdimbre, como para la trama de las lamparillas.
En las lamparillas superfinas se calcula el número de hilos por pulgada hasta sesenta, lo que hace mil seiscientos ochenta hilos en este ancho.