Está datado en el año 1901 y actualmente se conserva en el Museo del Prado de Madrid.
El cuadro, desde su creación, ha estado ligado a la familia Figueroa y en colecciones particulares.
Fue en 2001 que el Estado, por derecho de tanteo, la adquirió para el Museo del Prado.
[1] Sorolla emplea una amplia gama de colores con diferentes tonos de rojos, ocres, blancos y platas que recuerdan, y no solo por la temática del cuadro, al gran maestro sevillano Velázquez.
Sin embargo, en su factura, el retrato es de un abrumador vanguardismo, especialmente para su época, con pinceladas libres y sueltas de gran plasticidad llegando a incluir en la composición la preparación del lienzo que queda visible en muchas zonas por la gran cantidad de disolvente usado en algunas pinceladas.