Dos hombres que pasan por allí lo ven e intentan ayudarle abriendo desde fuera, pero no lo consiguen.
Pero, cuando se disponen a hacerlo, llegan los mismos operarios de la compañía telefónica que instalaron la cabina, la desmontan y la suben a su camión, con el hombre todavía encerrado en su interior.
Este solo puede observar impotente cómo es transportado a través de la ciudad.
Intenta pedir ayuda a las personas que le ven, pero la gente solo sonríe, lo saluda o se ríe de él.
Tras un largo viaje, el camión llega a un misterioso almacén subterráneo donde el hombre ve cómo se construyen y preparan cientos de cabinas iguales a la suya.
La cabina es elevada con un imán y depositada en un montacargas, que la transporta a través del almacén, lleno de cabinas que contienen cadáveres y restos momificados de otras personas atrapadas.
La cabina era uno de los 13 pasos por lo insólito que Antonio Mercero, Horacio Valcárcel y José Luis Garci se propusieron para trabajar juntos en algún proyecto,[1] aunque el proyecto nunca llegó a realizarse.
[2] Tras ser aprobado el proyecto, se encaminaron a elegir al protagonista y casi único personaje de la historia.
Durante el rodaje, José Luis López Vázquez tuvo miedo mientras se encontraba dentro de la cabina; a pesar de ello, su interés por la obra hizo que se mostrara disciplinado y aportara ideas durante el rodaje.
[1] La cabina telefónica se pintó de rojo para dar angustia.
[5] La crítica valoró muy positivamente la película destacando sobre todo la magistral interpretación de José Luis López Vázquez.
[4] Los críticos de la época interpretaron la obra de maneras muy diversas, desde que era un planteamiento político con una crítica a la Dictadura franquista hasta una película religiosa simbolizando el helicóptero al Espíritu Santo.