Advertido por una carta anónima, Takuro Yamashita regresa a su casa temprano de pescar, encuentra a su esposa manteniendo relaciones sexuales con otro hombre y la asesina.
Ocho años más tarde, se le concede la libertad condicional.
Rehaciendo un antiguo caserón con sus propias manos, Yamashita consigue dar cuerpo a su objetivo, y el salón abre rápidamente.
A pesar de su aprehensión, Yamashita aceptará, y la joven aportará a la austera peluquería ese toque de alegría y de feminidad que faltaba.
Yamashita seguirá sin embargo recluido en su mutismo, no confiando más que en una anguila, recogida cuando estaba en la cárcel.