Esta obra se sitúa cronológicamente a finales del siglo XVIII y estéticamente se enmarca dentro del estilo Neoclásico o Clasicismo Académico.
En España estas políticas se materializaron principalmente en el reinado de Carlos III y si bien se manifestaron en grandes obras públicas que contribuyeron al adorno y esplendor de la capital del reino, también las provincias más periféricas, como Asturias, contaron en menor medida, con obras más modestas en envergadura y propósitos como el ejemplo que nos ocupa, la Fontana de Pravia.
Jovellanos, poco después de la construcción de la fuente, en 1792, la describe en sus diarios: Peñaullán, mala bajada al embarcadero; pásase el barco, y se halla un pedazo de nueva y buena carretera, por la cual se sube a la villa.
A la izquierda de ella, una fuente llamada La Fontana, con asientos.
Por encima de los caños, un entablamento clásico con su correspondiente cornisa proporciona a la fuente un aspecto monumental.