El ser llamada vieja la molesta de sobremanera, alegando que es "una chica del siglo veintiuno", razonamiento que le permite no limitarse y explorar oficios tan diversos como piloto de carreras, luchadora enmascarada, médico cirujano o ingeniera empírica.
Borola representa el espíritu y la inventiva del mexicano, sabiendo salir adelante en cuanto proyecto inverosímil se le mete entre manos.
En una ocasión llegó a extirparse el esqueleto del cuerpo, pues le asustaba "traer dentro una calaca".
A pesar de tener un buen corazón, Borola es también ambiciosa y pronta para los pleitos.
Extremadamente celosa, no permite que ninguna mujer ronde alrededor de su Regino, a quien cela constantemente, atribuyéndole imaginarios amoríos.
Como rasgo particular, es el único personaje de toda la historieta que no tiene la nariz redonda.
Ingenua e inocente, Macuca, conocida como "La Pecocha", dedica casi la totalidad de su tiempo en ayudar a su madre en las tareas del hogar y en acompañarla en sus singulares iniciativas, de las cuales casi siempre se muestra insegura e incluso avergonzada.
Los encantos de esta causan que el desobligado padre del niño lo descuide aún más.
Este es el momento en que la pareja Burrón, decide rescatarlo e incorporarlo al seno familiar, como un muy querido miembro más.
Tiene como mascotas dos cocodrilos, Pierre y Marcelo, quienes habitan la alberca de su mansión.
Bobita es la voz de la conciencia en la mansión y no duda en reprender a Cristeta por sus excesos.
Un antiguo ladrón que actualmente se ha regenerado y lleva una vida decente como maestro panadero en la panadería "La Hojaldra".
A raíz de su accidente, siempre lleva la cara cubierta por una bufanda, dejando ver solamente una negra faz.
A Don Quirino le encantan las campechanas y las chilindrinas sopeadas con un buen café; también es gran aficionado al chisme.
Es un pepenador que casi siempre anda borracho por entrarle duro al "caldo de oso" o "tlachicotón" (pulque).
Flojo y poco fiel a su esposa, la Divina Chuy, tiene fama de mujeriego en la colonia donde habita, "EL Lodazal".
En este mismo episodio Don Susanito y la Divina Chuy contraen matrimonio civil.
Desesperados, el matrimonio Tinoco, dispuso organizar una costosa búsqueda a nivel nacional, misma que es abortada tiempo después, al reportarse Floro, indicando haber desaparecido porque se había ido "a pasar unas horas con los indios Bacanoras".
Hijo del rico empresario industrial Titino Tinoco, es un verdadero dolor de cabeza para su padre.
Apenas recientemente aprendió a recitar las vocales y nunca ha terminado el abecedario completo, además de solo saberse la tabla del 1, lo cual es un dolor de cabeza para cualquier maestro particular que su millonario padre ha contratado.
Aunque no es una persona mala, Floro siempre se mete en problemas, muchas veces tratando de ayudar a Doña Borola en sus alocados proyectos.
Como penitencia por sus continuos destrozos de autos, aviones y otras propiedades, su padre acostumbra recluirle en su propia cárcel particular, la cual cuenta con todas las comodidades.
Se distingue por su diminuta estatura y enormes zapatos(casi del tamaño de su cuerpo).
Con justificada razón, Gamucita desespera, exigiendo a su hijo que consiga un trabajo de verdad.
Aun así, pocas veces ha faltado la señora a sus deberes de madre, privándose muchas veces de alimentos para darle a su hijo al menos frijoles refritos y café negro (los cuales Avelino impugna y maldice, aunque nunca rechaza).
Está por demás decir que nunca más intentó Gamucita obtener ayuda de su inútil vástago.
Estos sucesos no hacen sino respaldar aún más sus argumentos contra el trabajo.
Según Kakiko, en Marte se vive una sociedad ideal en la cual nadie pasa privaciones, ni existen guerras ni corrupción, pero que esa sociedad idílica sólo se construyó después de castigar duramente a los corruptos y explotadores.
De acuerdo con Regino, sus escamas cortan como navajas, razón por la cual no le agrada demasiado ser abrazado por el marciano.
El poeta mexicano Roberto Díaz miron inscribió una "Oda a Borola Tacuche de Burrón (Escrita en versículos chipoclutos y dedicada a la Barda Chachis Pachis Palemeque), compilada en el libro "Peregrinaciones.