Kyūzō Mifune

Mifune dedicó su tiempo exclusivamente a aprender el Judo; tanto así que su padre dejaría de ayudarlo y Mifune, de entonces 22 años, se vio obligado a buscar trabajo.

Comenzó un periódico, vendiendo anuncios y convirtió a este en un negocio próspero.

Su carrera en Judo fue rápidamente ascendiendo, alcanzó Shodan(1.er grado) en menos de un año y medio de haber empezado en Kodokan y al poco tiempo llegó a Nidan( 2.º grado).

Fue tan extraordinaria su técnica, que le llamaban el” Dios del Judo”.

Los veinte años siguientes la fama de Mifune continuó creciendo dedicándose este a enseñar el Judo con una perspectiva cientificista, tal y como era su óptica basando su metodología en la descomposición de fuerzas, en el Kuzushi, los desplazamientos o Shintai, enseñando también los Katas y practicando el Randori con sus estudiantes.

Mifune era de comer frugalmente, dormía en una cama occidental y no fumaba.

Su estilo y talento fueron quizás los más elegantes alguna vez vistos en el Kodokan; teniendo sin duda una influencia en la expansión del Judo a través del mundo, lo cual le ha permitido desarrollarse más tarde como deporte Olímpico.

Trevor Legget, un visitante frecuente del Kodokan durante muchos años, acotó que el Judo fue mucho más rudo en el Kodokan anteriormente a la Segunda Guerra Mundial respecto a la posguerra.

Curtis LeMay, quien más tarde fue director del Comando aéreo Estratégico y asistente del general MacArthur durante la ocupación norteamericana a Japón, hizo de la práctica en el Kodokan una rutina durante los viajes de servicio de la Fuerza Aérea en Japón y muchos visitantes norteamericanos llevaron de vuelta a sus hogares historias sobre este pequeño anciano proyectando jóvenes corpulentos sin aparente esfuerzo.

En la técnica de Mifune se ve cómo desequilibra con impresionante facilidad, aplicando tiempo, ángulo, distancia, rotación, traslación, dirección, y sentido; en wazas como Sumi otoshi, Tai otoshi, Hane goshi, Yoko wakare, O guruma, Ashi guruma, De ashi harai, Sasae tsurikomi ashi, Uchimata; y su manejo formidable del Kaeshi waza como nadie haya realizado.

Los miembros del primer grupo susurraban y se veían muy activos, al mismo tiempo que emitían miradas en nuestra dirección.

Surgió un acalorado altercado, en medio del cual el vándalo asumió una actitud amenazante, y rápidamente se sumaron a él media docena de sus camaradas que se encontraban al otro lado de la habitación.

Izq.:Kyuzo Mifune
Der.:Jigoro Kano