Uno de los principales historiadores y arqueólogos de Mallorca, Guillermo Rosselló Bordoy, trabajó junto al filólogo Nicolau Roser Nebot en la traducción al catalán, cuya edición llegó a ser superventas en Cataluña y las islas Baleares.
Además de las interpretaciones opuestas, el texto árabe ofrece muchas novedades sobre cómo se vivió la contienda en el bando musulmán, con la simpatía del autor por los musulmanes mallorquines en contra de los refugiados almohades.
Ibn Amira culpabiliza en todo momento al valí almohade Abú Yahya, por su avaricia y por su pésima gestión de la guerra, y especialmente por haber facilitado la disputa interna: se alineó con los almohades que habían recalado en la isla tras su expulsión de al-Ándalus y participó en sus confabulaciones contra los andalusíes mallorquines.
De hecho, como en un filme, justo en el momento en que iba a decapitar a 50 mallorquines llegaron los mensajeros anunciando que habían avistado un enjambre de naves aragonesas rondando las costas.
Abu Hafs ibn Sayrî, el cabecilla mallorquín contra los almohades recién llegados, es el héroe del relato.