El propósito consistía en que los agricultores tuvieran precios compensatorios sin finalidades estatistas y monopólicas.
[1] Se lo concibió como un organismo que pudiera actuar expeditivamente frente a las coyunturas internacionales que se presentaran para maximizar los beneficios de la compra, venta, distribución y comercialización de productos.
Asimismo, desarrollaba funciones de promoción y fomento en tanto determinaba qué actividades productivas eran prioritarias y, en consecuencia, debían recibir un tratamiento especial como, por ejemplo, el otorgamiento de créditos.
Fue luego reorganizado en 1963, bajo la presidencia de José María Guido, como Junta Nacional de Granos y entonces compraba granos en competencia con cooperativas, acopiadores y otras organizaciones privadas a condición de pagar precios mínimos.
La Junta Nacional de Granos fue creciendo hasta transformarse en un organismo burocrático que llegó a tener 8000 agentes.