Llegó a reunir una impresionante colección, con algunas joyas como De las embajadas del emperador bizantino Constantino VII, más conocido como Constantino Porfirogéneta, o el Cronicón del monje Jorge.
En una academia aristotélica formada por asistentes al Concilio dio conferencias en que señaló su predilección hacia las doctrinas del Estagirita.
Proporcionó al doctor Andrés Laguna el "antiquísimo códice griego" que este utilizó en la edición del famoso tratado farmacológico de Pedacio Dioscórides Anazarbeo (1554).
Suya fue la idea de hacer una monumental biblioteca que recogiera todo lo que de interés se pudiese alegar y compuso sobre ello desde Bruselas en 1556 un memorial «Sobre la utilidad de juntar una buena biblioteca» que dirigió a Felipe II cuando este advino al trono.
Se le atribuye un Discurso sobre las cualidades que un Consejero del Rey ha de tener.