Cultiva la pintura en la clase de Modesto Soleras, y en dibujo «llega a hacer verdaderas maravillas».
Al año siguiente, es responsable de la dirección del cortometraje Besos en la nieve, que también fotografía.
Este año rueda para Jean Gremillon un tema aragonés sobre la zarzuela de Juan José Lorente y el maestro Serrano, La Dolorosa.
En 1935 participa en el equipo técnico formado por los críticos Carlos Velo y Fernando G. Mantilla, que recorren España filmando una serie de documentales que han pasado ya con todos los honores a la historia del cine español.
[1] En Brasil rueda al año siguiente el filme Tico-tico no fuba, que dirige Adolfo Celli.
Beltrán podía situarse en un polo opuesto al «sentido artístico» del mexicano Gabriel Figueroa, «divo» de la cámara, que tanto fastidiaba a Luis Buñuel.
Si examinamos la fotografía de Los olvidados, para nada recuerda las películas típicas del Indio Fernández.