Sus temas se han centrado en la Huerta de Murcia en sus colaboraciones literarias.
Pedro Jara Carrillo le dio el título de último panocho a su muerte.
Con 24 años publica su libro Palicos y cañicas en colaboración con el poeta José María Rodríguez Gabaldón.
En su obra De mi tierra, defiende el panocho como lenguaje propio; un ejemplo importante es su poema El habla huertana.
En esta misma obra recupera los juegos o escenificaciones teatrales que se hacían en la huerta: El médico, El callejero particular, El juego del ceazo y El Cristo del velón.