Ha desarrollado una prolífica carrera como cineasta independiente, y varias de sus películas son consideradas de culto,[1] incluyendo Vikingo (2009), Fantasmas de la ruta (2013) y El Perro Molina (2014).
En su obra, situada principalmente en el conurbano bonaerense, abundan las historias potentes, vidas atravesadas por la precarización laboral, los conflictos amorosos, la diversidad sexual y la marginalidad.
[3] Desde 1991, se desarrolló como realizador independiente en la zona sur del conurbano bonaerense.
Tras la creación de su propia productora Cinebruto, ha realizado varios largometrajes de reconocimiento internacional.
[4] La experiencia de Cinebruto llevó a Campusano a reunirse con otros productores que se encontraban con realidades similares, como Pablo Almirón, de Corrientes, y Miguel Ángel Rossi, de Bariloche.