Jinetes del destino

Jinetes del destino —cuyo título original en inglés es Riders of Destiny— es un mediometraje estadounidense de 1933 protagonizado por John Wayne y producido por Lone Star.

Fue también un precedente de las películas protagonizadas por vaqueros-cantantes que tuvieron gran éxito poco más tarde.

Eso le permite comprobar que, más adelante, otros dos jinetes se aproximan para robar el cargamento con la complicidad de los encargados, debiendo explicar estos que ya han sido asaltados previamente.

Asimismo le aclara que Kincaid es el propietario del único yacimiento de agua de la región, con la excepción del pozo del propio Denton, y que vende el agua a los demás ganaderos a alto precio con el objetivo de hacerse con todos sus ranchos.

Sandy revela que es un agente del Servicio Secreto enviado para investigar las quejas de los rancheros.

Sandy emprende una persecución montado en su blanco caballo para alcanzar al forajido, quien cabalga un corcel de color oscuro.

Cuando Fay se despide de Sandy, este la besa y promete volver para la cena.

En la década de 1930 la Gran Depresión golpeó también a la industria del cine haciendo mella en la taquilla.

Para paliar la crisis, los exhibidores emplearon todo tipo de trucos que pudieran atraer al público: regalos, palomitas, bingo...

[5]​ El productor Paul Malvern era un hombre rudo que había comenzado su carrera cinematográfica como especialista.

El actor dijo años más tarde que tras seis años de noviazgo, la relación entre ambos había llegado a ser más rutinaria que romántica, pero no estaba dispuesto a cancelar el compromiso.

El doctor Sáenz, padre de Josie, venció su reticencia y la condujo al altar.

Quizá por ello, Wayne resolvió firmar el contrato con Monogram para la realización de ocho películas con Lone Star.

Como Duke no tenía dotes para el canto, se limitaba a sostener la guitarra y mover la boca mientras era doblado por otra persona.

De hecho, eso es algo que harán casi todos los personajes a lo largo del filme.

[20]​ En su primera colaboración con John Wayne, interpreta con brillantez a Denton, el padre de la chica.

John y Heinie Conklin, que interpretan a dos torpes esbirros de Kincaid, cuya estupidez es aprovechada por Saunders para derrotar al villano.

Vacas, caballos, patos, gansos y personas acuden a beber y refrescarse en unas imágenes que recuerdan al cine documental que Pare Lorentz realizó unos años más tarde.

Además, se ajustaba perfectamente a las exigencias del trabajo en una productora de bajo presupuesto: aprendía los diálogos, ejecutaba sus caídas, seguía las instrucciones, no planteaba exigencias y al día siguiente estaba dispuesto para volver a trabajar.

Y la película le abrió un camino por el que reintroducirse en la industria cinematográfica.

George Hayes , habitual villano de las películas de Lone Star, interpretó a un aliado del protagonista en su primera colaboración con Wayne .
El alto y delgado John Wayne daba a un tiempo imagen de dureza e ingenuidad.
El papel de la heroína fue interpretado por Cecilia Parker
Kincaid mantiene un ilícito monopolio sobre el agua que el héroe, un agente federal, romperá.
Jinetes del destino