Su madre alcohólica no es capaz de retenerlo, ni tampoco parece interesarse demasiado por su suerte.
Kundel se refugia en una barcaza abandonada y trata de sobrevivir recogiendo chatarra.
La gente del pueblo conocía al "inquilino salvaje", pero a ninguno de ellos se le ocurrió interesarse por él.
A nadie le sorprendió su presencia, que no resultaba especialmente molesta.
Dorota Kędzierzawska se inspiró en la noticia que sobre este hecho apareció en prensa, cambiando el escenario principal, y al protagonista por un niño de nueve años que una vez conoció por casualidad en el centro de Lodz.