Nacido en la Ciudad de México, Jesús Castillo mostró desde su infancia gran interés por el dibujo y la pintura artística; aunque en su carrera profesional eligiera formarse como diseñador gráfico, determinó por convicción que dedicarse por completo al arte y la pintura, serían su más grande pasión, enfocándose principalmente a la corriente del hiperrealismo.
Castillo siempre fue un hombre que practicara la sencillez como norma de vida, la cual fuera su mayor arma expresiva, así como su fuerza moral para decirle a todos, y a través de sus innovadoras técnicas (tinta sobre madera), su propia visión del mundo.
Basándose en diversos pasajes de la historia, Jesús Castillo encontró al quijote como una figura constante para sus obras, presentando así sus ideales y andanzas.
Sus obras se encuentran actualmente en distintos países como Jerusalén, Pakistán, Holanda, Singapur, Finlandia, Austria, Polonia y Estados Unidos, entre otros.
Actualmente, tras su fallecimiento, sus quijotes siguen cabalgando y permanecerán vigentes para todo aquel que posee sus cuadros, donde dejara muestra de su talento artístico.