Tras la revuelta palaciega del 6 de diciembre de 1741 que llevó a Isabel al trono, su padre, el conde y almirante general Andréi Ivánovich Osterman (1686-1747),[2] cayó en desgracia y fue condenado a muerte.
Iván Osterman fue trasladado de la Guardia Imperial a un regimiento del ejército regular y posteriormente enviado al extranjero para continuar sus estudios.
Ocupó puestos diplomáticos en París y Estocolmo, donde ejerció una gran influencia sobre el joven rey Gustavo III de Suecia.
[1] En 1774 el conde fue nombrado senador y en 1781 ministro de Asuntos Exteriores, donde sólo ejerció un papel secundario.
[1] En 1796, Catalina II le nombró canciller del Imperio, pero una vez más fue un títere en manos de los verdaderos responsables políticos.