Hashima

Para lograrlo, entre 1885 y 1889, la compañía Mitsubishi había perforado dos túneles verticales hasta llegar al lecho marino, a una profundidad cercana a los ciento noventa y nueve metros.

Su práctica arquitectura marcó las edificaciones posteriores, que llegaron a tener diez plantas que se unían entre sí y creaban un laberinto de pasillos estrechos, corredores y escaleras.

Para dar cabida a tanta gente en un área tan pequeña era preciso construir en cada pedazo de tierra y eso explica el aspecto de acorazado que llegó a tener Hashima y también que una vez haya llegado a ser el lugar más densamente poblado del mundo.

[4]​ La isla contaba con todas las instalaciones y servicios necesarios para la subsistencia de esa comunidad.

Según un exminero, se podía caminar entre dos puntos cualesquiera de la isla en menos tiempo que el necesario para terminar un cigarrillo.

[4]​ El espacio para la privacidad era muy poco y no quedaba ni una sola zona verde en toda Hashima.

En la década de 1960 algunos isleños transportaban tierra fértil desde otros lugares costeros para cultivar sobre los tejados y tener plantas y jardines porque el suelo mineral de la isla no lo permitía.

Sin embargo, cuando todos los residentes abandonaron Hashima, la ruta directa se suspendió.

Cuando todos los residentes abandonaron Hashima, la ruta directa se suspendió.

En 2015, gracias a la construcción de un nuevo muelle, cinco operadores turísticos ofrecen excursiones en barco por la isla.

En uno de esos relatos un visitante contó: “Dadas todas las explicaciones y con un sabor un poco agridulce por estar delante del fantasma, pero muy lejos […] nos volvimos a embarcar para regresar al puerto de Nagasaki.

Ahora sí, consumido por el calor, sentado en los viejos asientos de la parte interior del barco vi el documental […] y me resultó imposible no sentir afinidad por la cantidad de familias que dejaron sus casas, escuelas, amigos […] Mientras el barco avanzaba y Gunkanjima, gris, se alejaba, imaginaba que no hacía mucho, sin miles de neones y muchas otras cosas, ese sitio había sido mucho más moderno y activo que Tokio.

Pocos observadores casuales podrían imaginar que hace solo cuarenta años esta pequeña isla era el sitio que albergaba a una comunidad próspera con la densidad de población más alta de la Tierra”.

[14]​ En una entrevista que se le realizó en 1983 un trabajador coreano (Suh Jung-woo 徐正雨) que sobrevivió a la dura vida de la mina recordaba que de niño había sido forzado a subir a un camión junto con otros coreanos para luego ser llevado a una oficina gubernamental en la que había varios miles de coreanos más de entre catorce y veinte años.

Sin embargo, tan pronto como vio Hashima perdió toda esperanza.

Ya había cerca de doscientos coreanos en la isla cuando llegaron así que en total sumaban quinientos o seiscientos.

De hecho, cada mes morían cuatro o cinco trabajadores en accidentes.

Suh Jung-woo (徐正雨) no recordaba cuántas veces había pensado en saltar al mar y ahogarse.

Estaba seguro de que si se hubiera quedado no habría sobrevivido.

[1]​ Algunas organizaciones independientes y el Gobierno japonés han propuesto que la isla sea designada patrimonio industrial de la humanidad por la Unesco[6]​ pero Corea del Sur se opone a estas iniciativas porque considera que durante la Segunda Guerra Mundial en las instalaciones mineras se convirtió en esclavos a algunos de sus ciudadanos.

Los motivos del abandono fueron entonces económicos, ya que la única explotación minera que albergaba se cerró; los trabajadores perdieron sus puestos de trabajo de la noche a la mañana y con ello desaparecieron todos los servicios que se habían creado alrededor de la mina.

Muchas casas se pueden contemplar tal y como las dejaron sus habitantes, es decir con los platos en el fregadero, las estanterías con sus utensilios y los electrodomésticos como si se acabasen de dejar de usar.

Edificio que alberga la Prefectura de Nagasaki.
Edificio de departamentos de alrededor de 1930.
Vista de la isla desde lo que alguna vez fue la escuela.
Edificio en ruinas.
Interior de un departamento abandonado hace más de treinta años.
La ciudad de Nagasaki vista desde Hamahira.
Isla de Nakanoshima.
Construcciones y la llamada "escalera al infierno", en la isla de Hashima.