El interior es de nave única con capillas laterales comunicadas por puertas.
El techo de la nave es en bóveda de crucería y el perímetro está recorrido por una tribuna desde finales del siglo XVI.
La iglesia fue renovada a partir de 1723 por el hermano Lacarre, Pablo Diego Ibáñez, que modifica toda la ornamentación interior, convirtiéndola en la iglesia más suntuosa y espectacular de la ciudad y en modelo para otras iglesias posteriores.
El retablo mayor está dedicado a la Inmaculada, también realizado por el hermano Lacarre.
Es un conjunto espectacular de dorados, rojos, verdes, azules y rosas y 18 esculturas a tamaño natural en estilo barroco de transición al rococó.