La estructura arquitectónica ha sido fechada, gracias a exámenes físicos y químicos, en el siglo IV, ya que por falta de obras semejantes en la zona no fue posible comparar con otras del mismo período.
Los frescos antiguos que han quedado se encuentran en las paredes del ábside central, además del lado que da hacia la iglesia, separado de la nave por una pared donde se abre un arco de medio punto.
Fueron descubiertos en los años 40 y desde entonces se han dado diversas opiniones sobre su datación aunque ninguna suficientemente convincente.
La técnica pictórica es sabia, con pinceladas decididas, tonos que muestran una luminosidad difusa, sombras bien definidas y relieves suaves.
Gracias a complejos exámenes físico-químicos se ha podido confirmar la datación del siglo IV.