La competencia entre las órdenes mendicantes y después las guerras de la religión, debilitaron permanentemente la abadía.
Se transformó en un museo en 1809, y luego conoció otras afectaciones hasta la década de 1860 cuando su restauración le dio su apariencia actual.
Las primeras transformaciones importantes ocurrieron al final del siglo XI y en el XII: la nave única fue dividida en tres espacios o naves mediante grandes arcadas; un campanario-porche fue añadido en el extremo occidental; la capilla de Notre-Dame, en forma de cruz griega, está abovedada en cañón y dotada de una cúpula; la portada sur está adornada con esculturas.
Los restos de pinturas murales del siglo XII siguen siendo visibles (San Juan).
Pocas intervenciones ocurrieron hasta 1780 cuando una decoración de estuco neoclásica recubrió el conjunto del edificio.