Esta cantera es de alta calidad, se usa para acabados finos en construcciones modernas.
[2] Este último pueblo, en el cerro de la campana se ubica la tumba número 5.
En 1985 fue motivo de controversia entre autoridades y pueblos de Santiago Suchilquitongo y san Pablo Huitzo, quienes se disputaban la propiedad del territorio donde se ubica la joya arqueológica.
Los zapotecas llamaban a este pueblo Huijazoo, que quiere decir: atalaya o lugar de guerreros.
[1] Sin embargo, aún no se sabe el año en que este centro ceremonial fue abandonado.
Tres de los edificios semi-restaurados evidencian paramentos sobrepuestos con escalinatas remetidas contra la fachada.
A la izquierda hay otro montículo pequeño y bajo este se encuentra la tumba.
[4][5] La tumba se encuentra bajo el montículo a una profundidad de cinco metros.
[4] En la pared norte del nicho oeste, se puede ver una figura completa, totalmente vestida, que parece ser una sacerdotisa.
En su mano derecha sostiene una bolsa de copal verde, naranja y marrón, el diseño completo contorneado en negro.
La cámara funeraria comprende tres paredes, al este y oeste dividida horizontalmente por una línea blanca.
En la parte central y más alta de la pared hay un pequeño nicho.
Está dividida en dos partes: en la parte superior hay dos figuras humanas, un joven con una falda y el torso desnudo y delante de él un hombre mayor con un penacho elaborada, sentado en una posición de mayor rango.
En frente de esta segunda figura hay un pictograma del Dios nariz larga con orejeras y un collar, así como un glifo representando el número trece monos.
La Tumba número cinco está cerrada al público debido a la fragilidad de las pinturas contenidas dentro.
Hemos visto fotos de las pinturas y son probablemente las mejor conservadas en Mesoamérica.
[1] En San Pablo Huitzo, se encuentra un pequeño museo de piezas prehispánicas y arte colonial religioso.