Hugo Claus

[4]​ Fue mencionado muchas veces como posible ganador del Premio Nobel de Literatura, pero nunca llegó a alcanzarlo.

Tenía tres hermanos: Guido, que se convirtió en actor (1931-1991), Odo (1934) y Johan (1938-2009).

El joven Claus pasó su infancia en un pensionado católico desde la edad de dieciocho meses hasta los once años.

[7]​ Estudió humanidades grecolatinas en los colegios de Sint-Amand en Kortrijk y Sint-Hendrik en Deinze.

Realizó ilustraciones para los poemarios publicados por su padre, que al recobrar la libertad había comenzado una nueva imprenta y editorial en la ciudad de Moeskroen.

[9]​ Ya desde joven manifestó su universalidad y no se limitó a una rama del arte.

[9]​ Tras cumplir su servicio militar en marzo de 1950, su productividad literaria y plástica creció a su máxima amplitud.

Exhibió en Bruselas junto con Pierre Alechinsky y Guillaume Cornelis van Beverloo, escribiṕ poesía para ilustrar litografías de Karel Appel, dibuja y escribe en la revista Cobra…[11]​ En septiembre siguió a Elly Overzier que intentaba lanzar una carrera de modelo a París.

En 1951 participó en una exposición colectiva del movimiento Cobra en París, y negoció con los editoriales mayores en lengua neerlandesa, a menudo sobre las mismas obras.

[12]​ Varias obras de teatro suyas fueron realizadas en Bélgica y sobre todo en los Países Bajos, un reconocimiento mayor, ya que entonces era muy raro que un escritor flamenco tuviera éxito en el norte, donde la literatura flamenca durante mucho tiempo tuvo una reputación provincial.

[6]​ En 1959 pasó unos meses en Ibiza en la compañía de los escritores Harry Mulisch, Cees Nooteboom, Jan Gerhard Toonder, Dennis Murphy y John West, y ese mismo año recibió una beca de la Fundación Ford que le permitió viajar por los Estados Unidos durante seis meses.

En la obra aparecieron tres amigos suyos desnudos, Hugues C. Pernath, Freddy de Vree y Bob Cobbing, que simbolizaron la Santísima Trinidad.

Siguió un proceso ante el tribunal de derecho penal por atentado contra la moral y las buenas costumbres.

Al lado había un grupo que daba la cara para una sexualidad libre.

[16]​ En 1970, Claus apeló en la corte de Casación, la última instancia jurídica en Bélgica —aún no existía el Tribunal Europeo de Derechos Humanos— pero este confirmó el veredicto al insistir en que la libertad artística no era un salvoconducto para atentados contra la moral y las buenas costumbres.

Durante su segundo viaje a Cuba, en la compañía de Harry Mulisch, se declara un admirador del «comunismo tropical».

[19]​ Deja Nukerke para establecerse en Ámsterdam y volverse a encontrar con Courbois.

La obra, considerada su magnum opus, fue traducida en un gran número de lenguas europeas, incluyendo el alemán, inglés, español, danés, finlandés, francés, griego, italiano, noruego, polaco, portugués y serbocroata, y también en chino.

Con ocasión de la traducción en castellano dijo: «La pena de Bélgica, la escribí para contar a mi hijo, que pertenece a un mundo muy distinto, cómo habían sido mis primeros años.

[24]​ En 1994 escribió el guion para la serie televisiva del mismo nombre, dirigido por Claude Goretta.

La visita a Bélgica del Papa Karol Józef Wojtyła (Juan Pablo II) en abril de 1985 le inspiró a redigir una pequeña recopilación de diez textos, con imágenes del caricaturista Gerard Alsteens, con el título Een weerzinwekkend bezoek (Una visita repugnante).

En 1987 se mudó a la Provenza en Francia, aunque continuó con la dirección teatral en Bélgica.

Publicó la novela Een zachte vernieling (1988), traducida al español en 1992 como Una dulce destrucción.

Su obra continuó siendo realizada, aparecieron unas nuevas obras y recibió varios premios nacionales e internacionales.

Había optado por una muerte por eutanasia al constatar que la enfermedad de Alzheimer seguía progresando.

La ley belga permite la eutanasia voluntaria si la persona todavía tiene la capacidad de decidir conscientemente.

[32]​ Según su obituario «Claus había insistido en su deseo de no prolongar la vida si no podía disfrutarla con lucidez, y el propio ministro de Cultura, Bert Anciaux, declaró ayer que "conocía el escritor lo suficiente para saber que quería morir con orgullo y dignidad"».

En cambio, casi no ser capaz de combinar las palabras en frases claras, o de encontrar las metáforas y expresiones adecuadas, algo que ha hecho sin esfuerzo durante más de sesenta años, esto constituye un tormento insoportable y sin salida.»[30]​ El escritor que nunca rehusó temas controvertidos, permaneció consecuente en su espíritu provocatorio hasta el fin.

Celebrar su propia superioridad moral sobre el cuerpo de un muerto querido, no es ninguna proeza.

Los actores Ina Faassen y Hans Croiset en la versión televisiva de Een bruid in de morgen (1959).
Hugo Claus en 1986