Tantos y satisfactorios fueron los resultados que en esa época se empezaba a analizar seriamente la posibilidad de construir el Hospital Nacional de Niños cuya sede queda hoy en la capital.
Debido a la rica historia de servicio social y por su extraordinario aporte científico, investigativo, educativo y cultural que ha desplegado ese nosocomio, orgullo de los costarricenses, son los sobrados motivos para que se declare a este hospital Benemérito de la Patria.
A partir del mencionado reconocimiento se iniciaron programas de atención a la salud tales como diálisis peritoneal ambulatoria, hemodiálisis, programa de anticoagulados, soporte nutricional (niños y adultos), broncoscopia y terapia respiratoria, ostomizados, cirugías complejas como Whipple, esplenectomía laparoscópica, sustitución de aorta abdominal, quimioterapia, oncología médica y quirúrgica, cirugía de tumores intracraneales, arteriografías, nefrolitotomía percutánea, cistectomía radical con vejiga ileal, cirugía endoscópica uretral, gástrica y ortopédica cirugía intrauterina con intervención fetal (hidrotórax).
Se cuenta con nuevos servicios como geriatría, perinatología (embarazo de alto riesgo), neurología pediátrica, gastroenterología pediátrica, nefrología, rehabilitación, ginecología oncológica y un gran Centro de Detección Temprana de Cáncer Gástrico que ha promovido la disminución del 22% en la mortalidad por cáncer gástrico en Costa Rica y que es un orgullo nacional.
El Hospital lleva el nombre del Dr. don Maximiliano Peralta Jiménez (1871-1922),[3] un destacado médico cartaginés.