Horacio Silva

En 1981, el artista lleva a cabo una fuerte ruptura, motivada, quizá, por el deseo de moverse en una plástica más liberada.Cambió toda su concepción pictórica: Horacio Silva se iniciaba con otro lenguaje, muy diferente al que nos había acostumbrado; un lenguaje de acento expresionista, donde el gesto y el movimiento adquirían toda su dimensión protagonista, con evocaciones de los universos cubistas y futuristas.La construcción interna revela un poderoso concepto compositivo por medio del cual el artista elabora su mundo pictórico, en el que no es ajena la presencia de una figuración insinuada, integrada en el contexto plástico, dentro de un discurso coherente el que no se regatean datos para su lectura.Su trayectoria artística pasa por diferentes etapas: Tras una primera etapa de iniciación,[2]​ a partir de 1973[3]​ desarrolla un realismo próximo al hiperrealismo, al que otorga acentos surrealistas e intenciones críticas, jugando entre la ironía y el sarcasmo, derivando hacia una pintura social.Horacio Silva se centra en lo que, metafóricamente llama paisajes interiores, mostrando cierta figuración insinuada integrada en el contexto de su lenguaje plástico.