Honorato de Amiens

Plantó esa pala en el patio de la casa, convirtiéndose en un árbol que dio flores y frutos.En recuerdo de este milagro, en 1202, un panadero parisino llamado Renold Théreins (o Renold Chereins) ofreció nueve acres de tierra para construir una capilla a San Honorato.[4]​ Según la leyenda, desde una edad temprana, el niño mostró disposiciones piadosas: las oraciones y el ayuno eran sus delicias.Como rechazó este honor, un rayo celestial y un aceite misterioso descendieron sobre su cabeza, como signo de la voluntad divina.[3]​ Durante su obispado participó en el descubrimiento las reliquias de varios santos.