Cerción, además de gobernar Eleusis, se había convertido en un temido bandido que retaba a los viandantes a un combate singular, prometiéndoles el reino si lograban vencer.
Sin embargo, estos discutieron por quién se quedaba con el bebé y, sobre todo, con la rica túnica que lo cubría.
Buscando un juez imparcial se dirigieron al rey, que de inmediato reconoció las vestiduras del niño.
Montando en cólera, Cerción mandó emparedar a su hija y abandonó de nuevo al bebé en el bosque.
Otra vez fue amamantado por la yegua, pero el pastor que lo encontró reconoció su ascendencia regia y lo escondió en su casa, llamándole Hipótoo en honor al animal que le salvó.