Durante el siglo XX se mantuvo vigente el debate sobre cómo una neurona llega a su destino, habiendo dos teorías: Fue un discípulo de Weiss, Roger Sperry, quien realizó un experimento que decantó la balanza por la teoría molecular.
El nervio óptico forma un mapa del mundo que capta a través del ojo en su diana, en este caso, el cuerpo geniculado externo (en el tálamo) y el techo óptico o tubérculo cuadrigémino superior.
si se corta el nervio óptico, el animal queda ciego, pero al cabo del tiempo el nervio vuelve a restaurarse y recupera la visión (esto no se da en mamíferos).
Cuando los nervios se regeneraron, la rana mostraba un comportamiento ordenado pero mal adaptado: si había un insecto sobre su cabeza, intentaba cazarlo lanzando su lengua hacia abajo, y a la inversa.
De esto Sperry concluyó que el reconocimiento axón-objetivo tiene un fundamento químico, y no se produce al azar.