Hereeo

En la mitología griega, Hereeo era un príncipe, hijo del rey arcadio Licaón.

Como muchos de sus hermanos, dio nombre a una ciudad del Peloponeso: en su caso, Herea, a orillas del río Alfeo.

[1]​ Al igual que sus hermanos, Hereeo destacaba por su impiedad, hasta tal punto que el mismo Zeus se dirigió al palacio de los licaónidas, disfrazado de mendigo o de agricultor, para comprobar si eran ciertos los rumores sobre sus atrocidades.

Habiendo presenciado signos sobre la divinidad de su huésped, los hijos de Licaón decidieron asesinar a un niño[2]​ o, según otra tradición, Licaón asesinó a uno de sus hijos, Níctimo.

[3]​ La víctima del sacrificio fue servido en la cena a Zeus, mezclado con entrañas de animales, para así comprobar si era o no un dios.