Allí trabajó durante seis años pintando decoraciones arquitectónicas y diseños de escenarios en los estudios Lemaire, Lavastre & Duvignaud.
Además estudiaba -junto a Louis Delaporte- en la Escuela Etienne-Marcel.
Retornó a Bruselas en 1889 tras su matrimonio en julio con Madeline Brown, para comenzar con su propia carrera de pintor, impresor y diseñador de interiores, estableciendo su propio estudio.
Allí trabajaría para teatros y casinos, trabajos en su mayoría perdidos, y haría en 1890 el primero de lo que llegarían a ser sus primeros treinta carteles hasta el año 1900.
Al igual que muchos contemporáneos, la mujer era su motivo principal y creó un prototipo identificable que situó en la mayoría de sus obras.